«Señores dejo todo/ no voy a ver a nadie…»

Se están viviendo tiempos raros en este fútbol y en la sociedad en general, donde cada vez se notan más hechos de violencia y menos soluciones de parte de los que deben proteger a los ciudadanos.

Recientemente, en Los Angeles, hubo un incidente poco habitual en Estados Unidos, donde se jugó el clásico de baseball entre Los Angeles y los recientes campeones, San Francisco Giants. Al finalizar el partido, se lo golpeó salvajamente a un hincha del equipo del «Golden Gate», donde quedó en coma, con lesiones en el cerebro y otras anomalidades. Increiblemente, nadie salió a declarar nada y los sospechosos siguen libres. La pregunta que uno se hace es ¿donde estaban los agentes de seguridad? Se dice que lo estuvieron pateando por quince segundos, donde la víctima ya se encontraba desvanecida y sin reacción.

En la Argentina se están tomando medidas que están quitándole derechos al ciudadano que solamente quiere ir a ver un partido. Recientemente, se vivieron dos muertes más en un partido de fútbol entre Vélez Sársfield y San Lorenzo ¿La solución? Que se juegue a puertas cerradas, en otro estadio (el de Boca) y sin gente. La pregunta que surge es ¿no sería mejor encontrar a los culpables y que la gente pueda ir a ver al equipo que le gusta?

Antes de este partido, sucedió algo parecido en el clásico de la ciudad de La Plata, entre Gimnasia y Estudiantes, donde los hinchas del equipo visitante no pudieron ir por hechos de violencia. Lo mismo sucedió hoy en otro partido, entre All Boys y Argentinos Juniors. Algunos pseudo- simpatizantes del último equipo mencionado hicieron disturbios hace una semana, cuando su equipo quedó eliminado de la Copa Libertadores ante el Fluminense. El Comité de Inseguridad decidió que no vaya nadie a un partido ¿Es solución prohibir a todos? ¿Por que el ciudadano que solamente quiere ir a ver un partido verse privado de hacerlo por un grupo menor que comete hechos de violencia?

En Colombia se vivió otro hecho inusual, cuando «hinchas» del Cúcuta ingresaron un ataud a un estadio, en pleno partido ante el Envigado. Por otro lado, en Medellín, en vísperas del Mundial juvenil a disputarse en este país en unos meses, se prohibe el ingreso de camisetas, banderas y gorras que identifique a algún equipo ¿Por qué debería pagar el precio el simpatizante que paga su entrada?

En los diarios siempre se lee los apodos de los «jefes» de estas barras, pero nunca surge ninguna solución al respecto. Estos «jefes» siguen libres, ocasionando disturbios en otros estadios y alejando a la gente de las canchas, mientras que ellos se pasean libremente por las instalaciones de sus clubes y en los estadios.

¿Cuándo reaccionarán las personas a cargo acerca de todo esto? ¿Habrá que seguir lamentando víctimas? ¿Habría que preguntarle a los parientes de las más de 270 muertes en el fútbol argentino por una respuesta? ¿O habría que, de una vez por todas, investigar a fondo y eliminar a estos parásitos de los deportes?

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