Ya, como todos saben, se nos fue Kobe Bryant.  Cuesta poner en palabras lo que se siente, teniendo en cuenta que no se fue Él sólo.  Tristemente se fue también la hija de 13 años y también otras personas.

No me acuerdo de una pérdida de ésta envergadura a nivel deportivo o espectáculos, donde todo el Mundo se haya puesto triste.  Ayer fue un día triste porque se había cumplido, el Sábado, un año del fallecimiento del argentino Emiliano Sala, el ex delantero del Nantes que también tuvo un viaje fatídico por el aire, una muy triste coincidencia.

Cuando ocurren éstas cosas es cuando la gente se acuerda de la fragilidad de la vida misma, que hoy estamos y mañana, ¿quien sabe?  Absolutamente nadie sabe cuando termina el guión de nuestra vida.  Lo único que queda es intentar vivir lo mejor posible  y no guardar rencores con nadie, hasta aquellos que alguna vez lo lastimaron.

Siendo hincha de Golden State, la rivalidad con los Lakers es fuerte, pero siempre dentro de lo deportivo.  Una vez que termina el partido, ya está.  Con Kobe Bryant siempre fue una rivalidad fuerte pero nunca con ningún tipo de bronca y más teniendo en cuenta que Golden State lo podría haber elegido pero el DT de aquel entonces, Don Nelson, dijo que «era muy joven» y prefirió elegir a otro jugador del que nadie se acuerda.

Siendo padre es aún más doloroso imaginarse la situación de los segundos finales, del stress y de intentar calmar a su hija, seguramente los dos con lágrimas en los ojos porque eran sus últimos segundos de vida y no iba a poder proteger a su hija.  Junto a Ellos estaban otras familias en ese helicóptero, lo que lo hace más doloroso aún.

Se nos fue Kobe Bryant dejando muchas enseñanzas acerca de cómo ver la vida y con un mensaje hasta como de despedida, cuando Lebron James lo pasó en la lista de puntos anotados en la NBA, como una forma de pasar la antorcha.  Que en paz descanse Kobe, «Mamba Out».